La historia… testigo de los tiempos, luz de la verdad, vida de la memoria, maestra de la vida, testigo de la antigüedad.
Cicerón
La Guardia de Jaén, Puerta de Culturas
La ladera del Cerro de San Marcos es un enclave estratégico sobre el que se asienta La Guardia, un testigo silencioso de los devenires y avatares históricos que aquí se han desarrollado. Prueba de ello son los numerosos hallazgos arqueológicos y monumentos que componen su patrimonio histórico y cultural, testimonios materiales de todos los pueblos y culturas que decidieron establecerse en estos lares a lo largo de la Historia, desde el Neolítico hasta la actualidad y de forma ininterrumpida.
Es por esto que La Guardia es conocida como “Puerta de Culturas”, por todas las que aquí habitaron y, en la actualidad, no han caído en el olvido. De ahí que nuestro propósito sea trasladarle a épocas remotas para adentrarle en sus orígenes, su historia y sus tradiciones.
También nos encontramos dentro de las denominadas “Rutas de al-Ándalus”- en concreto, la “Ruta de los Nazaríes”-, “Jaén, Renacimiento del Sur”, “Paisajes heredados de Andrés de Vandelvira” y la “Ruta de los Lavaderos” de los Grupos de Desarrollo Rural de la Provincia de Jaén.
Mapa del Patrimonio histórico y cultural de La Guardia
Hemos creado este mapa de Google con los monumentos y zonas arqueológicas más relevantes del patrimonio histórico y cultural de La Guardia.
También puedes consultar Guía Digital del Patrimonio Cultural de La Guardia en la web de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía.
El castillo- que se encuentra enclavado sobre el Cerro de San Marcos- fue construido en época islámica, aunque es posible que se erigiese sobre un anterior oppidum ibérico.
Otros puntos de interés son el conjunto monumental compuesto por la Iglesia y dependencias del antiguo Convento de Santa María Magdalena (actual iglesia de Nuestra Señora de la Asunción), la Plaza de Isabel II- en la cual se dan cita la Fuente del Pilar, la Fuente de la Magdalena (antes ubicada en el claustro del Convento) y la casa solariega de la familia Ochoa-.
Tanto el Castillo como el Convento y la Plaza de Isabel II fueron declarados Conjunto Histórico Artístico el 15 de septiembre de 1983, así como Bienes de Interés Cultural.
Los testimonios materiales más antiguos que se han documentado dentro del término municipal de La Guardia son los hallados en la desaparecida zona arqueológica conocida como “Ejido Eras de San Sebastián”, excavada en 1959 por Antonio Blanco Freijeiro.
La razón del inicio de los trabajos arqueológicos reside en la aparición de tres fragmentos de leones ibéricos en la mencionada zona y que, a decir del propio Freijeiro (1959, pág. 106), presentaban unas características similares a las del conocido “León de Baena”. Con el transcurso de las excavaciones, a los tres fragmentos de leones ibéricos habría que añadir otros de similar factura y temática que, en sus orígenes, habrían sido dispuestos a la entrada de una tumba- la cual se encontraba destruida cuando intervino Freijeiro-.
Su intervención se centró en 18 tumbas dispersas por la necrópolis junto a las que se encontraron numerosos fragmentos de cerámica y orfebrería, así como otros de metal, todos esparcidos por la zona arqueológica.
Si bien la necrópolis presentaba una extensión considerable, no fueron hallados restos relacionados con un poblado ibérico, lo que hizo pensar a Freijeiro (1959, pág.107) que este se encontraría en la zona del caserío de La Guardia.
Época Romana
A pesar del debate historiográfico surgido en torno a la correcta ubicación de la Mentesa Bastetana y la Oretana, a tenor de los múltiples hallazgos arqueológicos y de las referencias de Plinio a unos Mentesani ubicados dentro de la Cartaginense, podemos afirmar que La Guardia se correspondió con la Bastetana durante la ocupación romana.
Siguiendo al historiador romano, sabemos que Mentesa Bastia habría sido estipendiaria del Conventus Carthaginensis y que esta antigua Mentesa tendría una población en torno a los 5000 habitantes, lo que nos permite hacernos una idea de la amplia extensión que ocuparía su territorium. Igualmente, Polibio menciona el envío de metales preciosos como oro y plata a la ciudad imperial, donde allí eran utilizados por la aristocracia romana.
En cuanto a su patrimonio arqueológico, lo cierto es que contamos con, al menos, nueve yacimientos en los que se han documentado la presencia de elementos constructivos romanos como tégulas, estructuras de enterramiento y fragmentos de terra sigillata Hispánica y Sudgálica (además de otros restos de fases ocupacionales previas o posteriores). Algunos de estos enclaves arqueológicos son: La Pililla, La Batanera o Fontanares, Cerrillo San Cristóbal o Cerro de la Horca- un posible asentamiento estratégico con un hábitat adosado que contaba con un impluvium y atrio-.
Asimismo, se han encontrado un considerable número de lápidas funerarias. Entre ellas, destaca la de un soldado veterano de la Legión X Gémina-, un miliario de Augusto y un amplio conjunto epigráfico que nos informa sobre el estatus jurídico privilegiado del que disfrutaban estas tierras, las autoridades que las gobernaban y la devoción que profesaban sus gentes a Genio- dios tutelar de la comunidad mentesana según una inscripción documentada por Hübner (Jiménez, 2004, pág. 125)-.
Antigüedad Tardía
Tras la división territorial de Diocleciano del siglo III, Mentesa quedó integrada dentro de la provincia Cartaginense y se constituyó como una de las principales diócesis eclesiásticas junto con Tucci (Martos) y Cástulo (Linares)- hasta que esta fue sustituida por Beatia (Baeza) en el siglo VII-.
Aunque no podemos establecer con certeza los orígenes del cristianismo hispano, sí que contamos con dos testimonios de vital importancia en torno a la adopción de esta nueva fe: la carta LXVII de Cipriano de Cartago (fechada en la segunda mitad del siglo III) y las actas del Concilio Iliberritano. Es en la relación de asistentes a dicho concilio donde tenemos constancia de la presencia del obispo Pardo de Mentesa, por lo que podemos afirmar que el cristianismo ya había penetrado entre las gentes de estos lares a comienzos del siglo IV.
A pesar de la escasez de testimonios materiales y escritos que nos permitan conocer el devenir histórico de los primeros siglos de la Mentesa episcopal, lo cierto es que disponemos de una necrópolis visigótica fechada en torno al siglo VI en la zona conocida como Cerrillo Salido, cuya primera intervención arqueológica tuvo lugar en 1954, cuando fueron estudiadas 22 tumbas bajo la dirección de F. Pinero y J. Martínez.
En el interior de estas tumbas fueron halladas algunas piezas de orfebrería como un par de pendientes de oro, un broche de cinturón y dos gemas semipreciosas.
Tras las excavaciones de 1954, C. Chicarro se dispuso a continuar con la intervención arqueológica de Cerrillo Salido un año después. No obstante, las tumbas habían sido profanadas, por lo que poco o nada se pudo avanzar en su estudio.
Igualmente, en la zona conocida como Cabeza de Pila, la misma arqueóloga halló una necrópolis tardoantigua que presentaba algunos restos materiales como tégulas o cerámica negra, sin duda los allí enterrados pertenecían a un estatus social inferior al de la necrópolis de Cerrillo Salido.
A pesar de tener ubicadas estas necrópolis de época tardía, no podemos decir lo mismo del núcleo urbano. No obstante, en 1954 R. Espantaleón informa del descubrimiento- por parte del entonces alcalde de La Guardia- de tres canceles con decoración característica visigoda (rosetones biselados, crismón, elementos vegetales…) que podrían ser indicativos del lugar en que se hallaba una basílica o edificio cultual. Si bien es cierto que no podemos definir con exactitud cuál era la función de estas piezas escultóricas, acaso estaban vinculadas al ámbito religioso o al funerario.
Edad Media
Con la llegada de los árabo-bereberes entre el 711 y 718, La Guardia (Mantissa durante la ocupación islámica) se constituyó como una de las ciudades más importantes de la cora de Yayyán y una de las capitales de los 17 distritos que rodeaban a Córdoba. A decir de la Primera Crónica General (s.XIII), estos territorios fueron ocupados y arrasados por el propio Tariq, aunque esta afirmación sea cuestionable porque en torno al 741 Mantissa fue habitada por tribus de yunds sirios.
Es en estos primeros años de ocupación islámica cuando se comienza a erigir la fortificación- aunque no podemos olvidar que durante su excavación arqueológica fue hallado material cerámico de épocas íbera y romana, por lo que esta zona ya habría sido poblada con anterioridad al período islámico-, centrándose en el lienzo de muralla y algunas pequeñas torres de planta cuadrada.
Mención aparte merece la importancia militar y, por tanto, estratégica de Mantissa. Los historiadores árabes la calificaron como “alta y poderosa”, lo que favoreció que se convirtiese desde un primer momento en un territorio poco pacífico, pues su férrea defensa la convirtió en un caldo de cultivo excelente para las rebeliones.
En general, el castillo de La Guardia presenta unos lienzos de muralla con trazado quebrado, a modo de zig-zag, que venían a suplir la necesidad de construir nuevas torres- a excepción de la torre albarrana, pues servía para vigilar la puerta principal-. Los muros fueron construidos con mampostería y reforzados en las esquinas con sillares dispuestos a soga y tizón. Aunque ya no se conserven, aún podemos observar los mechinales donde irían enclavados los adarves de madera que coronaban las murallas y las aspilleras.
El acceso se realizaba a través de una torre situada en el lienzo sudeste y que estaba protegida por la antes mencionada torre albarrana. No obstante, Pascual Madoz menciona la existencia de un puente levadizo y un foso, además de siete torres cúbicas sobre la muralla.
La firma del Pacto de Jaén en 1246 por parte de Fernando III y el rey nazarí Alhamar supuso una nueva ubicación para la frontera entre los recién conquistados territorios giennenses y la resistencia nazarí. La antaño Mantissa pasará a ser denominada como La Guardia por erigirse- junto con Pegalajar- territorio defensivo de Jaén sobre el valle del río Guadalbullón durante dos siglos y medio.
Prueba de esta nueva condición de La Guardia como territorio fronterizo es el célebre romance del obispo Don Gonzalo, el cual recoge cómo el belicoso obispo de Jaén luchó bravamente en un territorio próximo a La Guardia contra las huestes musulmanas. En este romance también interviene Don Diego de Haro, marqués de La Guardia, y le advierte de los daños ocasionados por los mahometanos en su territorio.
A partir del siglo XIII y tras la toma de Jaén por parte de Fernando III, el castillo pasa a ser propiedad de Don Lope Díaz de Baeza. Un siglo después, el castillo adquiere una nueva funcionalidad tras perder su carácter defensivo y estratégico: se convierte en residencia palaciega. Para ello, surge la necesidad de construir nuevas estancias y diferentes remodelaciones tales como un nuevo aljibe- que sustituye al islámico-, la Torre del Homenaje se divide en cuatro niveles y es decorada con nuevos vanos y, a partir de esta, surge un nuevo edificio con función de bodega y estancia.
Edad Moderna
El desarrollo de la Edad Moderna en La Guardia vendrá marcado por el mecenazgo de la familia Messía, quienes ostentaron el Señorío de La Guardia hasta que Felipe II cambió este estatus por el de marquesado en 1566.
La última intervención en el castillo fue la reutilización de la torre albarrana para consagrar una iglesia a Santa María, que fue templo parroquial hasta mediados del siglo XIX, y erigieron la Torre Campanario aneja al templo.
Próximo a la zona del castillo se construyó el Hospital de los Santos Reyes. Si bien no podemos ubicar cronológicamente su fundación ni su mecenazgo, Á. Viedma (2014, pág. 3) la sitúa en el siglo XV y sus funciones serían las de hospedar a peregrinos y el tratamiento de enfermos.
Este hospital estuvo en funcionamiento hasta mediados del siglo XIX, pues tras la ocupación francesa de 1812 quedó gravemente deteriorado junto con el castillo y el convento dominico.
Por otro lado, continuando con la actividad edilicia de los señores de La Guardia, cabe mencionar que no se limitó solo al castillo, sino que actuaron como promotores de la construcción del convento de la orden dominica, el cual fue erigido bajo la advocación de Santa María Magdalena de la Cruz. Este hecho queda de manifiesto en la presencia de los escudos de Don Rodrigo Messía Carrillo y Doña Mayor de Fonseca -IX Señores de La Guardia- en las trompas aveneradas de la cabecera del templo..
Este mismo Rodrigo Messía representó un papel protagonista durante la Guerra de las Comunidades de Castilla, pues lideró el levantamiento de Jaén en 1520 como consecuencia de toda una inestabilidad política que comenzó en 1473 con la muerte del Condestable Iranzo. Así, los Messía se enfrentarán por el control del concejo de Jaén a los Fonseca, siendo el señor de La Guardia un férreo defensor de dejar los asuntos jurídicos en manos de los alcaldes (Díaz de la Guardia, 2003, pág. 60).
Si bien la construcción del convento comenzó cuando La Guardia aún era señorío, terminó una vez establecido el marquesado. Es por este acontecimiento que se lleva a cabo la remodelación de la plaza actualmente conocida como de Isabel II y se erige en ella una fuente monumental del tipo pilar-abrevadero. En ella podemos observar la presencia de una cartela con la inscripción “ESTA OBRA MANDO HACER EL ILLMO. SR. EL MARQUES D. GONÇALO MESSÍA CARRILLO, MY SEÑOR, AÑO DE 1566”.
Por otro lado, en esta misma plaza se encuentra la fuente de la Magdalena Mirófora. Aunque fue creada para el claustro del convento, en 1954 fue donada con el objetivo de ser expuesta en el patio del Museo de Jaén. Desgraciadamente, la fuente quedó abandonada en los jardines del museo, siendo necesaria una restauración posterior debido al deterioro. Por tanto, el ejemplar que conservamos en La Guardia es una copia de la original, que se encuentra en el patio de la Diputación Provincial de Jaén.
El marquesado de La Guardia se dilató en el tiempo hasta bien entrado el siglo XIX, si bien es cierto que por las diferentes políticas matrimoniales de la familia Messía el título nobiliario cambió de linaje y, a decir de M. Sáez (1979, pág.102), en 1752 la jurisdicción de La Guardia estaría en manos del marqués de Ariza.
Siglos XVII al XIX
En las centurias posteriores, concretamente los siglos XVII y XVIII, contamos con una pormenorizada descripción de la villa realizada por Bernardo Espinalt en El Atlante Español (1778-1795). Dicho relato, que lo podemos encontrar en el Tomo XIII, nos permite conocer a los encargados de los asuntos administrativos y judiciales: un corregidor de letras, cuatro regidores, un alcaide del castillo, un alguacil mayor, un síndico personero y los diputados del común. Asimismo, también sabemos que seguía en funcionamiento la iglesia de Santa María erigida por los marqueses durante el XVI como iglesia parroquial, además de la iglesia conventual de Sta. María Magdalena y algunas ermitas- siendo la más importante la de San Sebastián, a decir de Espinalt-.
En cuanto a edificios civiles, poseía una escuela de Primeras Letras y cuatro molinos de aceite, algo que no es de extrañar a tenor de la gran cantidad de olivos y árboles frutales de los que da cuenta el autor.
Concluye la referencia a La Guardia con la relación de fuentes que aquí había y un breve repaso histórico desde época romana hasta la fundación del marquesado.
Igualmente, fue en el siglo XVIII cuando tenemos constancia del proceso inquisitorial llevado a cabo contra una pareja de etnia gitana- José Lorenzo Maldonado y Juana Alonso (también conocida como Juana Trujillo)-. Según relatan las fuentes y afirmaron los testigos, Juana Alonso fue sorprendida extrayendo de su boca la hostia que debía haber ingerido durante la misa. Tras ser acusados de sacrilegio, pasaron a las cárceles secretas del Santo Oficio hasta que fueron juzgados y condenados a vergüenza pública, ejercicios espirituales y, en el caso de José Lorenzo Maldonado, un castigo físico consistente en doscientos azotes (Díaz, 1997 a, págs. 77 y ss.).
Similar a la descripción realizada por Espinalt es la recogida en el tomo IX del Diccionario Geográfico e Histórico de España y sus provincias de Ultramar de Pascual Madoz (siglo XIX). En general, no se producen cambios significativos entre la centuria anterior y esta, a excepción del traslado de la iglesia parroquial de Santa María (en el interior del castillo) por la del convento de los dominicos.
Al margen de las cuestiones urbanas, desde el punto de vista nobiliario se produce un hecho de la mayor trascendencia: D. Juan Antonio Francisco Leonardo de Ochoa Galeote obtiene la hidalguía en 1744 y solicita Cambil, Huelma y La Guardia (Nicás, 1993, pág.138). A partir de este momento el linaje de los Ochoa quedará vinculado de forma permanente a la villa hasta que sea sustituida por la familia Folache. Si bien no sabemos con certeza cuándo quedaron establecidos en La Guardia los Folache, conocemos la existencia del primer molino eléctrico de aceite- fundado por Estrella Folache Almendros alrededor de 1924 (Illán, 2003, pág. 544)-, que vendría a sustituir el anterior de los Ochoa y situado a espaldas de la casa solariega (Jiménez, 2004, pág. 128).
Prueba de esta presencia es la nueva modificación urbana que se lleva a cabo en la Plaza de Isabel II. Una vez más, este espacio abierto y epicentro del municipio durante la Edad Moderna, es escogido por la nobleza de la zona para realizar sus intervenciones arquitectónicas.
En el caso de la familia Ochoa construirán su residencia, consistente en una casa solariega de piedra y adintelada, cuya única ornamentación reside en la cartela- con la inscripción 1814– sobre el dintel del balcón y los escudos heráldicos que lo flanquean. Estos pertenecen a los fundadores de la casa solariega: Juan Francisco de Ochoa Galeote y María Hidalgo León. Sobrino de esta pareja fue José Augusto de Ochoa Montel, célebre literato del siglo XIX que introdujo el costumbrismo en la literatura giennense de la época. No obstante, solo residió en La Guardia durante sus años finales, desde 1835 hasta 1871. Aquí fue donde llevó a cabo toda su producción literaria y desarrolló su carrera política como alcalde del municipio en 1852 (Nicás, 1993, pág. 140).
Siglo XX
Desde comienzos del siglo XX podemos observar un incremento paulatino de la población que experimenta algunos retrocesos durante la Guerra Civil y las consecuencias que esta tuvo: posguerra y emigraciones hacia Madrid, Barcelona y el resto de Europa.
Durante la II República se lleva a cabo la construcción de un lavadero público que supuso un importante avance en las condiciones laborales y domésticas de las mujeres de la época, pues sustituyó la necesidad de tener que desplazarse hasta el río para lavar la ropa. Además, estos lavaderos eran puntos de reunión social donde se trataban todos los temas de actualidad del pueblo.
Estilísticamente, presenta las características propias de la II República: funcionalismo por encima de cualquier ornato. Está dividido en dos estancias: la cantina- zona donde se encuentra la roca madre y el manantial- y la nave principal con las pilas de lavar, que flanquean el atajadero (canal que conduce el agua hasta las pilas).
En la actualidad se encuentra incluido dentro de la “Ruta de los Lavaderos” de los Grupos de Desarrollo Rural de la Provincia de Jaén.
Otra cuestión interesante es la referente a las coplas entonadas por los jóvenes que habían sido aceptados para prestar el servicio militar. Durante toda una noche se juntaban para cantar y celebrar su inminente cambio de estatus. Un ejemplo de estas coplas fue cantada por Juan Antonio Jurado para el Cancionero Anónimo y Popular de Jaén de la Diputación de Jaén (1984):
Adiós Pajarillo y Ponce,
adiós Cerro de Almadén,
adiós Cañá de las Varas,
cuándo te volveré a ver.
Fuentes de información y recursos
Bibliografía:
ALCÁZAR, E. (2003), “Formación y articulación de un concejo fronterizo, Jaén en el siglo XIII”, Arqueología y territorio medieval 10 -2, 255-286.
BECERRA, J. M. (dir.) (1993), La Guardia. Informe Diagnóstico del Conjunto Histórico, Sevilla: Dirección General de Urbanismo.
CASTILLO, J. (1994), “El castillo de La Guardia. Avance del proyecto de intervención arqueológica”, Sumuntán 4, 69-82.
CASTILLO, P. (2006), La época visigótica en Jaén: siglos VI y VII, Jaén.
CHICARRO, C. (1956), “Prospección arqueológica en los términos de Hinojares y La Guardia (Jaén)”, Boletín del Instituto de Estudios Giennenses 7, 101-120.
DÍAZ DE LA GUARDIA, L. (1997), “Un proceso inquisitorial del siglo XVIII. Sacrilegio en La Guardia de Jaén”, Revista Códice 12, Año 10, 75-81.
DÍAZ DE LA GUARDIA, L. (2003), “La Guerra de las Comunidades en la ciudad de Jaén y la responsabilidad civil derivada del delito exigida por Cristóbal de Biezma y Juan de Santoyo, Leales al Rey-Emperador”, Espacio, Tiempo y Forma, Serie IV- 16, 53-151.
DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE JAÉN (1984), Cancionero Anónimo y Popular de Jaén, Jaén.
ESLAVA, J. (1999), Los castillos de Jaén, Armilla (Granada).
ESPANTALEÓN, R. (1954), “Importantes hallazgos arqueológicos en el pueblo de La Guardia”, BIEG 2, 125-128.
FREIJEIRO, A. (1959), “Excavaciones arqueológicas en la provincia de Jaén”, Boletín del Instituto de Estudios Giennenses 28, 89-127.
GUERRERO, G. (1988), “Poblamiento romano en la campiña oriental de Jaén”, Boletín del Instituto de Estudios Giennenses 135, 37-70.
ILLÁN, R. (2003), “Demarcaciones y denuncias de minas en Campillo de Arenas, Noalejo, Pegalajar y La Guardia durante los siglos XIX y XX”, Sumuntán: anuario de estudios sobre Sierra Mágina 19, 533-554.
JIMÉNEZ, L. (2013), Mentesa: historia de La Guardia de Jaén, Jaén.
JIMÉNEZ, M. (2004), “Las inscripciones romanas de Mentesa Bastia”, Sumuntán 20, 117-144.
MORA, B. (1993-1994), “Dos nuevos arae funerarias de Mentesa Bastitanorum (La Guardia, Jaén)”, Mainake XV- XVI, pp. 261-273.
NICÁS, A. (1993), “El linaje de Ochoa en La Guardia”, Sumuntán: anuario de estudios sobre Sierra Mágina 3, 135-148.
PINERO, F., MARTÍNEZ, J. (1954), “Prospección arqueológica realizada en el Cerrillo Salido, término de La Guardia de Jaén”, BIEG 4, 171-176.
RUIZ, M. (2006), “La torre campanario de la iglesia de Santa María de La Guardia de Jaén, obra de Francisco del Castillo el Mozo”, Sumuntán. anuario de estudios sobre Sierra Mágina 23, 271-284.
RUIZ,A. et al. (1987), “La excavación arqueológica de urgencia en el Cerro de La Horca, La Guardia, Jaén”, Anuario Arqueológico de Andalucía 1987, 344-353.
SÁEZ, M. (1979), Hidalguías de Jaén, Madrid.
VIEDMA, A. (2010), “La Guardia”, Senda de los Huertos 69-70, 19-47.
VIEDMA, Á. (2010), “La vida religiosa en la villa de La Guardia (Jaén) durante la época del marquesado (siglos XVI-XIX), a través de sus documentos (I). La Iglesia Mayor de Santa María- El clero de la parroquia”, BIEG 2014, 267-321.
VILLAR, M. (1984), “Cartas de Carlos V a Rodrigo Mexía (1520-1531)”, Studia historica. Historia moderna 2, 47-94.
Webgrafía:
- Base de datos Patrimonio Inmueble de Andalucía
- CISMA, Colectivo de Investigación de Sierra Mágina, publicaciones Sumultán.
- ADR Sierra Mágina, Asociación para el Desarrollo Rural de Sierra Mágina.
- Espacios Naturales de la Provincia de Jaén
- Wikipedia
- Mentesa Nova Blog
Páginas de Facebook para conocer más sobre historia, costumbres y tradiciones de La Guardia: